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¿Qué metales son reciclables?

Como si ocuparan los escaños de un parlamento, en el centro-izquierda de la tabla periódica se sientan los metales. Amplio grupo de elementos químicos, los metales carecen de ideas políticas, pero sí llegan a un consenso a la hora de compartir propiedades físicas.

Por ejemplo, los metales son buenos conductores del calor y la electricidad. Además, son materiales sólidos a temperatura ambiente. Solamente hay una excepción a esta regla: el mercurio. El azogue del termómetro hierve a los 357 ºC, solidifica a los -39 ºC y permanece en estado líquido entre ambas.

Las propiedades físico-químicas de los metales son sin duda cautivadoras. Pero hoy abordaremos otro aspecto de igual interés: su reciclaje. En concreto, analizaremos qué metales son reciclables.

metales reciclables separados para su tratamiento

Sobre la importancia de reciclar metales

Sirva el siguiente dato como ejemplo de la importancia de recuperar metales para su reciclaje. La chatarra reciclada constituye hoy, de manera aproximada, el 40 % de todo el acero que se comercializa. Si se tiene en cuenta que la producción mundial de acero en 2020 fue de 1800 toneladas, el volumen de desperdicios felizmente ausentes de los vertederos para dicho año ronda las 360 toneladas.

¡Ojalá se pudiese decir lo mismo del plástico! En efecto, la tasa de reciclaje de los metales supera con creces la de este material.

La mención del mercurio al principio del artículo no es casual. La llamada plata líquida o hidrargiro (nombre del que proviene su símbolo químico: Hg) es el único metal que funde por debajo de los 0 ºC. En comparación, el punto de fusión del aluminio es de 660 ºC. El del cobre, 1085 ºC. Mientras, el hierro funde a nada menos que 1535 ºC.

Al lector no se le escapa que alcanzar tales temperaturas requiere energía. Una inmensa cantidad de energía. En efecto, fundir metales no es cosa baladí. Y para agravar más el asunto, la cifra de consumo energético aumenta si, en vez de reciclar chatarra, se recurre a la extracción de minerales. Pero no solo eso: el impacto medioambiental de la minería es igualmente muy elevado.

En suma, el reciclaje de metales juega un importante papel en la economía circular. Además, resulta crucial para no agravar el calentamiento global. Cabe preguntarse, pues, qué metales se pueden reciclar de forma rentable.

metales en la tabla periódica de los elementos químicos
Ubicación de los metales (en verde) en la tabla periódica de los elementos químicos

Principales metales reciclables

Hierro y acero

De vuelta al símil parlamentario, si los metales fundasen un partido político, su presidente sería sin duda el acero. El acero es una aleación de carbono y hierro en la cual el procentaje de este último nunca es inferior al 98.3 %.

Por fortuna, hierro y acero son materiales reciclables al cien por cien. De no ser así, el impacto medioambiental de buena parte de los productos industriales sería superlativo. Por una razón sencilla: el acero es un metal que se encuentra en casi todo.

Coches, furgonetas y camiones. Pero también barcos y trenes. Multitud de vehículos tienen alma de acero. Lo mismo sucede con la maquinaria pesada de obra: desde excavadoras hasta grúas, pasando por volquetes y empujatierras.

Pero el acero es al tiempo un material de construcción esencial. De acero es la ferralla que refuerza los cimientos de hormigón. También lo encontramos en las vigas y pilares de los edificios con estructura metálica. E incluso en los paneles sandwich que conforman las cubiertas y las fachadas de ciertas fábricas y naves industriales.

El acero conserva su calidad tras el proceso de reciclaje. Quizá por eso sea el metal más reciclado del mundo.

Aluminio

Vicepresidente de partido de los metales por meritos propios, el aluminio es un material ligero, pero a la vez es un peso pesado del sector industrial. Como el hierro, también el aluminio lo encontramos en todas partes.

Solamente en la cocina, este metal está presente en cafeteras italianas, sartenes y cazuelas, teteras e incluso en forma de película protectora de alimentos. Hablamos, claro, del célebre papel albal.

El aluminio es otro de los metales reciclables. De nuevo, es más barato producir aluminio fundiendo chatarra que partiendo de la materia prima. Que en este caso es la bauxita, de la cual se extrae y refina la alúmina, cuya fórmula química es Al2O3. De la electrólisis de la alúmina resulta el aluminio virgen.

La Unión Europea estableció 2025 como el año a partir del cual debería reciclarse el 50 % de los envases de aluminio. Ya en 2020 España superó este objetivo cuando, según datos de ARPAL, se alcanzó una tasa de reciclaje de estos envases del 52 %. Concretamente, dicho año se reciclaron 64 287 toneladas de envases de aluminio. No en vano, de aluminio son, por ejemplo, muchas de las latas de cerveza y refrescos.

El aluminio es más caro que el acero y no tiene su resistencia. Eso no le impide, no obstante, jugar su papel en el sector de la construcción. Presente en obra nueva y reformas, la carpintería de aluminio destaca por resistencia a la corrosión, importante rasgo que diferencia este metal del acero, que requiere ser pintado o aleado con elementos químicos como el cromo para tornarlo inoxidable.

No es de extrañar, por tanto, que una importante fuente de chatarra de aluminio proceda de los residuos de la construcción. Hablamos, por ejemplo, de puertas y ventanas. ¿Y tuberías? También. Recientemente se está usando el aluminio para fabricar tuberías de aire comprimido. Sin embargo, en fontanería, el lider indiscutible es nuestro siguiente metal: el cobre.

Cobre

No es ningún secreto: fundir y refinar chatarra de cobre es una forma más barata de elaborar este fundamental metal que hacerlo a partir de minerales. El reciclaje del cobre, por tanto, sigue los pasos del acero y el aluminio.

Si hay que escoger entre los metales al ministro de Industria, será difícil negarle el cargo al cobre. La mayor parte de chatarra de cobre proviene de cables eléctricos, equipos electrónicos y tuberías de agua caliente sanitaria (ACS) o calefacción. La reforma de viviendas y edificios industriales, por tanto, es una importante fuente de residuos de cobre.

Por cierto, 2002 fue un año especial para las empresas recuperadoras de cobre. La puesta en circulación del euro obligó a retirar una ingente cantidad de monedas. En concreto, la retirada de las monedas de la vieja Europa supuso el reciclaje de unas 150 000 toneladas del rojizo metal.

Por ser un metal seminoble, es decir, poco reactivo y poco susceptible de sufrir ataques químicos, el cobre se ha usado tradicionalmente para acuñar moneda. Así, parte del cobre reciclado se fundió de nuevo para elaborar oro nórdico. Se llama así a la aleación metálica con que se fabrican las monedas de diez, veinte y cincuenta céntimos de euro. El oro nórdico está compuesto por un 89 % de cobre; además de aluminio (5 %), cinc (5 %) y estaño (1 %).

En efecto, el cobre se presenta a veces mezclado con otros metales. Para reciclarlo se puede optar entonces por distintas soluciones. Una: refinarlo. Otra: fundir la chatarra directamente. Se suele optar por esta última vía cuando el cobre viene mezclado con zinc. Es decir, cuando ya no tratamos con cobre, sino con latón. Y hablando del rey de Roma…

Latón

Cuando en el parlamento no salen las cuentas, se acuerdan pactos electorales, alianzas… En definitiva, uniones. Lo que en política se llama coalición, en metalurgia se conoce como aleación. Una aleación es una mezcla homogénea de dos o más metales: la unión hace la fuerza. Como los metales puros, las aleaciones también se pueden reciclar.

El latón es una aleación de cobre y zinc comúnmente usada en instalaciones de fontanería. De latón son los grifos y también algunas válvulas de paso. Asimismo, de este dorado metal son las piezas que, soldadas con estaño-plata a las tuberías de cobre, sirven como toma de agua.

La razón de lo anterior es que la resistencia mecánica del latón supera la del cobre y, además, es un metal fácilmente maquinable. Así, los fabricantes de material de fontanería escogen este metal para fabricar elementos de fontanería roscados, por ejemplo.

En efecto, con la grifería y la valvulería al mando, la mayor parte de la chatarra de latón proviene de la fontanería. De igual manera, los residuos industriales de latón que resultan de mecanizar estas piezas (virutas sobrantes de su proceso en tornos, fresadoras y roscadoras) también se recogen para su tratamiento.

Como se recalcó en la sección anterior, el latón se puede reciclar directamente fundiendo la chatarra. No hay por qué separar el cobre del zinc. Además, el reciclaje del latón no requiere de refinación electrolítica para eliminar impurezas, como si es el caso de otros metales.

Resumiendo, la aleación cobre-zinc es fácil de reciclar. Este hecho y su alta demanda industrial explican que la recogida de chatarra de latón sea altamente rentable. Vamos con otro líder innato: el plomo.

Plomo

Plomería es otra forma de referirse a la fontanería en el español de América. Efectivamente, de plomo fueron las primeras tuberías de metal de la historia, inventadas por los romanos. Hoy no es ningún secreto que el plomo es un veneno. Y se debate si el envenenamiento por plomo, llamado saturnismo, fue una de las causas de la caída del Imperio romano.

Con estos antecedentes, no es de extrañar que buena parte de la chatarra de plomo provenga de obras de rehabilitación de viviendas. Y la razón es que la prohibición de las tuberías de plomo es relativamente reciente, pues se dejaron de instalar en 1980. Por ello muchos inmuebles antiguos aún cuentan con cañerías de plomo, sobre todo en desagües.

Otra notable fuente de residuos de plomo también guarda relación con el sector de la construcción. La encontramos en la cubierta de los edificios. Por ser fácilmente moldeable, el plomo se utiliza para impermeabilizar limahoyas en tejados, canalones, cornisas, etcétera.

Pero la fuente más importante de chatarra de plomo es la batería eléctrica usada en vehículos para arrancar el motor, suministrar corriente en momentos puntuales y estabilizar el sistema de carga. Las baterías plomo-ácido también las encontramos en instalaciones fotovoltaicas.

En el interior de la batería, el plomo permite almacenar la electricidad generada por las celdas solares de las placas fotovoltaicas en forma de energía química. Esta energía se transforma de nuevo en electricidad por la noche, cuando las placas no reciben la radiación del sol.

Pues bien, dicho esto, también el plomo se recicla. De hecho, es un metal muy fácil de reciclar, entre otras cosas, por su bajo punto de fusión: 327.5 ºC. Como en otros metales, el plomo reciclado conlleva un gran ahorro de energía respecto a su elaboración a partir de la extracción de mineral virgen (en torno al 65 por ciento).

Para poner el punto final, cabría hablar de metales como el bronce —aleación de estaño y cobre—, también reciclable. O del acero inoxidable y el titanio, metales igualmente reciclables. Sin embargo, los reseñados hasta este punto son los metales reciclables más importantes: este era el principal objetivo de este artículo. Así pues, solamente queda por tratar un asunto:

¿Adónde se lleva el metal para su reciclaje?

Después de todo lo visto, la pregunta que cabe hacerse es adónde hay que llevar la chatarra para su reciclaje. El usuario particular debe llevar los objetos de metal al punto limpio, o al contenedor amarillo si se trata de envases.

Las empresas, en cambio, deben acudir a un centro dedicado a la gestión integral de residuos generados en empresas. Estas compañías están especializadas en la gestión de chatarra y otros residuos peligrosos y no peligrosos. Sera allí donde estos restos metálicos serán procesados y transportados a industrias siderúrgicas y metalúrgicas para su transformación en materias primas recicladas.

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