En 2018, mediante el comunicado Una estrategia europea para el plástico en una economía circular, la Comisión Europea confirmaba que, para 2030, todos los envases de plástico comercializados en la UE deberán ser o bien reutilizables, o bien reciclables. En este último caso, los materiales en teoría reciclables, pero en la práctica desechados, ya no podrán ser usados. Porque el reciclaje tendrá que ser, además, rentable.
2030 es, por tanto, el año previsto para abandonar los envases de un solo uso. El objetivo principal de la estrategia europea para el plástico no es sino hacer un uso más responsable de este material. El reto es sin duda ambicioso, sin embargo, ¿por qué esperar? En esta entrada ofrecemos algunos consejos sobre envases reutilizables. Asimismo, al final del artículo también vamos a ver cómo reciclar los envases no reutilizables.
Índice
¿Qué envases se consideran reutilizables?
De entrada, cabe rescatar el concepto de envase retornable y enfrentarlo con la idea del envase reutilizable. Una botella retornable, por ejemplo, es aquella que se puede retornar. Al hacerlo se recupera el importe pagado por ella como depósito. De esta manera, el consumidor del producto paga solamente por el contenido y no por el envase.
Ejemplos bien conocidos de envases retornables son las botellas de agua, gaseosa o refrescos de cola de uso generalizado en la hostelería hasta finales de los años 90. Entre las ventajas del envase retornable destacan, por ejemplo, el ahorro en el uso de materias primas y la menor generación de residuos.
Por otra parte, existen envases reutilizables que, sin ser retornables, también pueden tener segundos usos. Hablamos de bolsas con cierre de velcro o cremallera tipo zip (estanca), y de botellas lavables con tapón, por citar algunos ejemplos, que se pueden rellenar con bebidas y alimentos comprados a granel, como frutos secos, legumbres o cereales.
Pero ¿qué ocurre con los envases que no se pueden reutilizar? Bien sabemos que muchos de ellos, sobre todo los de plástico, acaban en el mar o acumulados por decenas de años en un vertedero. Por eso es vital que los envases de los restaurantes de comida para llevar, por poner un ejemplo, sean reciclables o, en caso contrario, biodegradables.
Cómo escoger envases biodegradables y compostables
Un envase biodegradable es aquel que se degrada por la acción biológica natural de microorganismos (bacterias, hongos, algas). La principal ventaja para el entorno es que se degradan más rápido que los materiales descompuestos en exclusiva por procesos físicos o químicos. (Por ejemplo: la erosión y la oxidación.)
Un caso particular de envases biodegradables lo constituyen los compostables. Es compostable el envase que, siendo biodegradable, se descompone en formas simples que sirven de nutrientes para las plantas. Dicho de otra manera, con el envase compostable se puede producir compost. También llamado humus, el compost es un material que enriquece el suelo y resulta esencial para el crecimiento de árboles y plantas.
La compostabilidad se diferencia de la biodegradabilidad por las condiciones bajo las que se desarrolla el proceso. Por lo general, la descomposición bioquímica de la materia orgánica de los envases compostables requiere acción humana. Se interviene, por ejemplo, para asegurar que los parámetros de humedad y temperatura sean óptimos.
No solo eso. También conviene aclarar cuáles son los envases que se pueden compostar. Ya que no todos los materiales biobasados son compostables (o biodegradables). Y, a la inversa, existen plásticos elaborados con materias fósiles que sí lo son.
De entrada, se llama plástico biobasado todo el que se elabora con polímeros derivados de biomasa (maíz, caña de azúcar), parcialmente o en su totalidad. A su vez, plástico compostable es el que se biodegrada bajo condiciones concretas. Según estas características, se puede clasificar la mayor parte de estos plásticos en tres grupos:
- Bioplásticos compostables: el ácido poliláctico (PLA) y los polihidroxialcanatos (PHA) son dos ejemplos de plásticos biobasados que se pueden compostar.
- Bioplásticos no compostables: no son compostables el biopolietileno, ni el biopropileno, ni la biopoliamida, a pesar de ser materiales biobasados.
- Plásticos compostables de origen fósil: se pueden compostar, a pesar de estar elaborados a partir de petróleo, la policaprolactona (PCL) y el polietilenglicol (PEG).
Reciclaje de envases compostables/biodegradables
Cabe recordar que el hecho de que un envase sea biodegradable no significa que se pueda tirarlo sin más en el entorno. No se trata de sentarse a ver cómo hace su trabajo la naturaleza. Ni mucho menos. Como el resto de envases, los compostables se deben separar y llevar al contenedor apropiado para facilitar su reciclaje.
En ese caso, ¿a qué contenedor se llevan los envases biodegradables? Se depositan en el contenedor azul los envases de papel y cartón, incluidos aquellos con revestimiento antigrasa de PLA (ácido poliláctico).
Por otro lado, en el contenedor de basura orgánica se depositan, por ejemplo:
- Bolsas de bioplástico (plástico biodegradable basado en almidón, patata, aceite vegetal, cereales…)
- Cubiertos de madera
- Envases biodegradables de caña de azúcar para comida rápida
Para concluir, cada año se generan en Europa 25 millones de toneladas de residuos plásticos. Los desperdicios plásticos representan hasta el 85 % de la basura de las playas. Para agravar la situación, solo un 30 % de este plástico se recupera para su reciclaje, según los datos de la propia Comision Europea.
Aunque en teoría los envases de plásticos como el poliestireno —tan comunes en las bandejas de frutas y verduras de los supermercados— podrían reciclarse, en la práctica rara vez se hace. De ahí la importancia de apostar, en primer lugar, por envases reutilizables y, en segundo lugar, por envases efectivamente reciclables.
