¿Es ecológica la tradicional pluma estilográfica? Es indudable que —en el peor de los casos— recargar la tinta solo implica un residuo: el cartucho de plástico. En comparación, con el bolígrafo o rotulador convencional se desecha el cuerpo entero. Además, si se combina con un convertidor, se podrá rellenar la pluma con tinta a granel.
No obstante, hay controversia al respecto. Entre los argumentos en contra de la estilográfica tenemos, por ejemplo, que el proceso de industrial de transformación de plástico y el metal —materiales con que se fabrica una pluma— es contaminante y, por tanto, no es apropiado decir que es ecológica.
Pero también existen plumas desechables y bolígrafos recargables. En efecto, existen plumas desechables… ¡Pues desechemoslas! En cuanto al bolígrafo recargable, la balanza se inclina de nuevo por estilográfica. Y vamos a ver por qué.
El cuerpo de la estilográfica posee, además del plumín, el alimentador que suministra la tinta a este por capilaridad. Gracias a él, el recambio de la pluma es más sencillo. Porque solo es un pequeño depósito sin piezas metálicas, como la esfera de la punta.
De lo que no hay duda, en cualquier caso, es de que la pluma con convertidor es más ecológica que la que usa cartuchos de recarga.
La ventaja de la pluma estilográfica con convertidor
Con la invención del convertidor de émbolo, la pluma estilográfica se convierte probablemente en el útil de escritura más sostenible desde el punto de vista medioambiental. En el extremo opuesto quedaría el bolígrafo desechable de plástico.
Pero ¿qué es un convertidor de émbolo? El también conocido como convertidor de pistón es un sistema de recarga que permite succionar tinta desde un tintero. Así, sin ningún otro intermediario, la tinta alcanza directamente el depósito de la estilográfica.
El sistema de carga por émbolo tiene la ventaja evidente de no generar como residuo un cartucho de plástico vacío con cada recarga. Dado que todavía no existe un bolígrafo recargable a granel, este es por el momento el sistema más eficaz para escribir con tinta.
Pero hablemos también de la tinta.
¿Y qué pasa con la tinta?
Por exigencia técnica, la estilográfica usa tinta formulada con base de agua. Requiere este tipo de tinta, pues esta ha de ser muy fluida para que efectivamente fluya por el plumín.
Por supuesto, no por estar basada en agua significa que la tinta de las plumas sea ecológica. De hecho, los pigmentos y tintes rara vez lo son.
Ahora bien, los bolígrafos convencionales usan una tinta espesa, formulada con base de aceite. Por su parte, los rotuladores usan tintas con base de acetona o alcohol, disolventes que sustituyeron a elementos mucho más tóxicos que hasta finales de los 80 se usaban en marcadores permanentes (xileno y tolueno).
De tal manera que la tinta basada en agua de las estilográficas parece de nuevo la opción menos mala. Pasemos a ver ahora el proceso de fabricación.
Cómo y con qué se fabrica una pluma estilográfica
Como el resto de instrumentos de escritura, las plumas estilográficas se fabrican hoy industrialmente, es decir, en instalaciones destinadas a ello y por medios mecánicos. Nos olvidaremos de momento de los materiales empleados para centrarnos en el impacto medioambiental del proceso de fabricación.
Toda fábrica puede ser más o menos eficiente en el consumo de energía. Que el impacto medioambiental sea el mínimo posible también depende del lugar de fabricación: China peor que Europa si la pluma se venderá finalmente en España.
A continuación se muestra un extracto de la declaración de responsabilidad del fabricante de instrumentos de escritura alemán Lamy (plumas Safari):
Fabricar en Alemania, usando la menor cantidad posible de agua y energía, y con materiales fabricados en las proximidades sin duda parece una buena política en lo referente al impacto medioambiental del producto.
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Y ahora sí, vamos a ver los materiales con que puede estar fabricada una pluma estilográfica.
Materiales usados para fabricar el cuerpo de la pluma
Desde que se abandonó el uso de plumas de ave como instrumento de escritura, se han usado todo tipo de materiales para la fabricar plumas. Desde plástico ABS hasta metales como el aluminio y el acero, pasando por maderas y metales nobles como oro o plata. ¿Es ecológica una pluma de plástico?
Hay varias maneras de abordar este asunto. En primer lugar, hay que considerar si el plástico es reciclado. Por ejemplo, muchos bolígrafos y rotuladores ecológicos se consideran como tal por este criterio. Segundo, rara vez es posible fabricar artículos técnicos usando exclusivamente materiales ecológicos.
Un bolígrafo BIC, por ejemplo, además del plástico duro de su carcasa, requiere otro más blando para el depósito de tinta, así como varias partes metálicas (la punta y la bola). Igualmente, en un rotulador puede ser más complicado sustituir el tejido de fibra de la punta que la carcasa de plástico.
Sin embargo, se puede enfocar este asunto desde otro punto de vista: el de la durabilidad. ¿Es más ecológico un producto desechable de materiales renovables/reciclados o un producto duradero hecho de material no ecológico?
Y he aquí la clave. Pues por tal motivo mucha gente considera que una pluma estilográfica siempre será más ecológica y sostenible que un bolígrafo desechable (o recargable).
Por último, se puede retorcer aún más el asunto, pues hay plumas estilográficas fabricadas con materiales renovables como la madera o el bambú.
En definitiva, por todo lo visto, la estilográfica tiene más argumentos a favor que en contra como útil de escritura sostenible, especialmente si se usa con convertidor de tinta y tintero (única forma de prescindir del cartucho de plástico en las recargas).
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¡Qué artículo más interesante!
Como gran aficionado a las estilográficas, uno de los valores que más estimo es precisamente su durabilidad. Son instrumentos de precisión, con precios más elevados que un simple bolígrafo, que hacen que las valoremos y cuidemos más.
De esta forma, es habitual encontrar plumas en buen estado con varias décadas de uso a sus espaldas. Aparte de la calidad de su fabricación (hablamos de instrumentos cuyo precio va de los 20 a los 200 euros para un aficionado medio), la particular relación que se establece con ellas las convierte en algo más que un producto de consumo.